Había una vez un joven que se llamaba Alex, era un chico muy valiente que le gustaba navegar con su velero. Un día estaba tranquilamente mar adentro cuando le sorprendió un tormenta con lluvia y viento.
Alex lucho con todas sus fuerzas para aguantar la vela de su barco, pero una ola gigante lo lanzó al agua. Se asustó mucho y comenzó a nadar en las frías aguas del océano hasta que empezó a no sentir los brazos. Cuando ya pensaba que se ahogaba una voz le dijo: sube a mi lomo que yo te llevaré a un sitio seguro. Y haciendo un último intento se agarró a la aleta de un simpático delfín.
Cuando despertó estaba en una bonita playa rodeado de vegetación y árboles repletos de frutas tropicales.
El delfín le explicó que era una isla desierta que nadie conocía, todo un paraíso donde podría alimentarse y sobrevivir el tiempo que hiciera falta.
Alex se construyó una cabaña y era muy feliz, el delfín lo visitaba frecuentemente y compartían juegos, e incluso la comida.
Pero un día el chico empezó a echar de menos a sus padres y a pensar que ellos le creerían muerto y le pidió al delfín que lo llevara a un sitio donde pudiera pedir ayuda y ser rescatado.
El delfín le ayudó y cuando llegó a tierra firme sus padres estaban esperándolo y lo abrazaron fuertemente, se despidieron del delfín y desde entonces son amigos y siempre lo acompaña en sus paseos con su velero.
1 comentari:
Que bonic el conte!
Lidia
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